Para mantener este agujero actualizado, y gracias a la intervención milagrosa de un blog que sigo hace años decidí llenarlo con esta reciente historia. Todo comenzó hace unos días, cuando tuve una experiencia bastante novedosa... en realidad no pero si fue algo que no hacía hace muchos años.
Me mandé... y me chotearon.
Si, como lo leyeron. Abandoné mi zona segura (que gay suena esto cuando lo vuelvo a leer), sin un plan de respaldo (en realidad sin ningún plan), me lancé al río y caí con todo. No recordaba cuán real y cuán fresco se sentía el fracaso. Tampoco cuando fue la última vez que se me vino el alcohol a la cabeza tan rápido.
Lo mejor de todo es que no consulté con absolutamente nadie mi plan. Ni amigos cercanos, ni amigas, ni allegados. No intenté que me hicieran gancho, ni me hice amigo de los suyos. No le dije mi plan a nadie o al menos eso creo, y los únicos que sabían lo que yo me traía entre manos eran mi familia (que la conocieron por un pésimo cálculo mío) y una amiga de confianza. La verdad, es que yo quería hacerlo todo solo. Y en cierto modo, lo hice. Es que hay cosas que uno tiene que ejecutarlas sin ayuda, aunque no sea ni remotamente lo más indicado.
Es más, les voy a relatar algo sobre ese momento. Estábamos en la cocina de una amiga, tomando un roncito por el retorno del amigo Sanchez a nuestros pagos. En eso ella dijo que tenía que irse a su casa. Por supuesto, me ofrecí a acompañarla. En eso, Molleda soltó una frase letal:
-"Los acompaño, así nos regresamos juntos".
Tamare. Volteé a verlo y, hasta ahora pagaría por ver la cara de mierda que debí poner, porque se retractó casi inmediatamente (y eso que no es la persona más sutil y avispada del planeta). Mientras nos íbamos, Patricio me dijo casi al oído la recomendación habitual:
-"No hagas huevadas".
Un rato después regresé, sin estar triste pero tampoco tan animado, salvo para chupar. Me preguntaron y les dije todo lo que sucedió. Ellos esperaban algo más interesante (o al menos algo distinto). Todos quedaron sorprendidos por la acción que tomé, y Patricio remató diciendo:
-"Putamadre, te dije que no hicieras huevadas y es lo primero que haces".
Los demás estaban en desacuerdo: entendían que el proceso lógico que yo había tenido para llegar a esa decisión habían sido sumamente rigurosos (y vaya que no lo habré pensado yo antes). En realidad, un poco me había forzado a hacerlo, porque si bien los pros eran muchísimos y muy fuertes, los contras eran inquietantes y me daban pocas garantías para salir airoso de la situación.
El día que comenzó todo (poco antes de terminar semestre) estábamos en una fiesta, hablando como no suelo hacerlo y bailando como lo hago en menos ocasiones aún. En una de esas me preguntó qué era lo que me gustaba en una chica. Mi respuesta: "que pueda conversar con ella por horas sin aburrirme, que me guste fisicamente, y que sepa bailar bien" (en realidad agregué un par de cosas pero no me acuerdo de las mismas). Sin darme cuenta, la estaba describiendo porque semanas después me acordé que encajaba perfectamente en el perfil.
Claro que no había mencionado lo que no me gustaría en una chica. Son muchas cosas y por ahí me di cuenta que soy un celoso en potencia, lo cual está cagado porque la verdad es que siempre pensé que no me iba a importar. No voy a detallarles mis conclusiones por los siguientes motivos:
-Son personales y ustedes no van a ser partícipes de lo que mis delicados engranajes producen, al menos no esta vez. Creo que ya quedó bien claro que ya no soy un bloguero exhibicionista mental; cinco años no pasan en vano.
-Son potencialmente negativos (también podría decir que son muestra de un pensamiento sumamente prejuicioso e infantil, propios de un sujeto sin el suficiente tino o elegamncia como para tratar de una manera adecuada a una dama). Aunque tal vez puedan generar empatía en sus monitores y algo de comprensión lo cual nunca viene mal.
-Dejarían en claro lo inseguro que puedo llegar a ser, pero en realidad esto no es tan válido porque me sobrepuse a ellos y me mandé con todo. Puntos para mi.
-Es probable que a ustedes no les interese un carajo.
-Prefiero explicarles los motivos por los cuales no los pongo a gastar ese tiempo en detallarles mis opiniones, aunque suene incoherente.
-Me da la pinche gana.
En fin... desde entonces el trato ha ido empeorando. La primera fue natural, la segunda momentánea y la tercera tan desconcertante que da la sensación que todo ya fue. Pero, dados mis anteriores fracasos y habituales costumbres a los que estoy dispuesto a renunciar, todavía no me quiero resignar y estoy esperando el momento oportuno para el contraataque (claro que siempre está la posibilidad que me atrasen, cosa que detesto y que ya me ha ocurrido antes, y que terminó por sacar lo peor de mi).
Sobre el punto anterior, aprovecho para soltar un datazo que ni yo mismo me la creí cuando sucedió. Estabamos los dos tomando un vino inmenso y barato en mi sala (nota positiva: le gusta el alcohol y puedo compartirlo con ella y sentirme sumamente feliz... nota negativa: le gusta el vino dulce y yo prefiero emborracharme con cosas amargas o al menos con ron con coca) y en eso fue al baño porque el vino ese resultó ser diurético. Cuando regresó sucedió lo siguiente:
-Adivina que me acaba de pasar.
-¿Que cosa? -se me ocurrieron muchas cosas sucias, como que había ido no por el efecto diurético sino por el que lo dobla en número y quería mostrarme su más reciente creación de formas jónicas o tal vez corintias, pero mejor no hablemos de eso que la verdad estoy sumamente ingenuo en estas épocas y les juro que lo que escribí recién se me acaba de ocurrir-.
-Un chico acaba de declarárseme via SMS.
-¿En serio? Que monse el pata, jajajaja -si payaso, ríete que una semana después vas a estar haciendo lo mismo pero en vivo y en directo... al menos no diste tanto roche-.
-Ayyyyyy, no se que le pasa... -parecía casi genuinamente sorprendida-.
No me atreví a pedirle que me muestre el SMS, o tal vez si lo hice y me dijo que no. En sí, el día que la conocí me dijo que no soportaba que se le mandaran al toque. En mi caso no fue tan al toque (pasó algo de un mes con algo más, de los cuales tres semanas no la ví ni hablé con ella), pero no dejo de pensar que ese fue el causante. Pero bueno, no sería yo mismo si no desobedeciera alguna indicación obvia de vez en cuando... Creo que jamás la frase "la curiosidad mató a Jocho" ha descrito tan bien una situación que yo haya vivido, y mucho menos una así.
P.D. Y bueno, para despedirme no me queda otra que saludar a la buena de Jesu que nunca deja de postear y cuyo blog inspiró para la creación de este post (por temática, forma de tratamiento y sobre todo el título que es una traducción aproximada de nombre de su blog). Aunque el post más parece escrito por Eloya pero el objetivo se entiende. Los dejo con un videito que me hizo recordar las épocas en las que no había tanto chancho amor al ajo como el chifa que me acabo de comer y no terminar. Otra vez, agradecimientos a la Jesu.
Me mandé... y me chotearon.
Creo que exageré con la imagen del post...
Si, como lo leyeron. Abandoné mi zona segura (que gay suena esto cuando lo vuelvo a leer), sin un plan de respaldo (en realidad sin ningún plan), me lancé al río y caí con todo. No recordaba cuán real y cuán fresco se sentía el fracaso. Tampoco cuando fue la última vez que se me vino el alcohol a la cabeza tan rápido.
Lo mejor de todo es que no consulté con absolutamente nadie mi plan. Ni amigos cercanos, ni amigas, ni allegados. No intenté que me hicieran gancho, ni me hice amigo de los suyos. No le dije mi plan a nadie o al menos eso creo, y los únicos que sabían lo que yo me traía entre manos eran mi familia (que la conocieron por un pésimo cálculo mío) y una amiga de confianza. La verdad, es que yo quería hacerlo todo solo. Y en cierto modo, lo hice. Es que hay cosas que uno tiene que ejecutarlas sin ayuda, aunque no sea ni remotamente lo más indicado.
Es más, les voy a relatar algo sobre ese momento. Estábamos en la cocina de una amiga, tomando un roncito por el retorno del amigo Sanchez a nuestros pagos. En eso ella dijo que tenía que irse a su casa. Por supuesto, me ofrecí a acompañarla. En eso, Molleda soltó una frase letal:
-"Los acompaño, así nos regresamos juntos".
Tamare. Volteé a verlo y, hasta ahora pagaría por ver la cara de mierda que debí poner, porque se retractó casi inmediatamente (y eso que no es la persona más sutil y avispada del planeta). Mientras nos íbamos, Patricio me dijo casi al oído la recomendación habitual:
-"No hagas huevadas".
Un rato después regresé, sin estar triste pero tampoco tan animado, salvo para chupar. Me preguntaron y les dije todo lo que sucedió. Ellos esperaban algo más interesante (o al menos algo distinto). Todos quedaron sorprendidos por la acción que tomé, y Patricio remató diciendo:
-"Putamadre, te dije que no hicieras huevadas y es lo primero que haces".
Los demás estaban en desacuerdo: entendían que el proceso lógico que yo había tenido para llegar a esa decisión habían sido sumamente rigurosos (y vaya que no lo habré pensado yo antes). En realidad, un poco me había forzado a hacerlo, porque si bien los pros eran muchísimos y muy fuertes, los contras eran inquietantes y me daban pocas garantías para salir airoso de la situación.
El día que comenzó todo (poco antes de terminar semestre) estábamos en una fiesta, hablando como no suelo hacerlo y bailando como lo hago en menos ocasiones aún. En una de esas me preguntó qué era lo que me gustaba en una chica. Mi respuesta: "que pueda conversar con ella por horas sin aburrirme, que me guste fisicamente, y que sepa bailar bien" (en realidad agregué un par de cosas pero no me acuerdo de las mismas). Sin darme cuenta, la estaba describiendo porque semanas después me acordé que encajaba perfectamente en el perfil.
Claro que no había mencionado lo que no me gustaría en una chica. Son muchas cosas y por ahí me di cuenta que soy un celoso en potencia, lo cual está cagado porque la verdad es que siempre pensé que no me iba a importar. No voy a detallarles mis conclusiones por los siguientes motivos:
-Son personales y ustedes no van a ser partícipes de lo que mis delicados engranajes producen, al menos no esta vez. Creo que ya quedó bien claro que ya no soy un bloguero exhibicionista mental; cinco años no pasan en vano.
-Son potencialmente negativos (también podría decir que son muestra de un pensamiento sumamente prejuicioso e infantil, propios de un sujeto sin el suficiente tino o elegamncia como para tratar de una manera adecuada a una dama). Aunque tal vez puedan generar empatía en sus monitores y algo de comprensión lo cual nunca viene mal.
-Dejarían en claro lo inseguro que puedo llegar a ser, pero en realidad esto no es tan válido porque me sobrepuse a ellos y me mandé con todo. Puntos para mi.
-Es probable que a ustedes no les interese un carajo.
-Prefiero explicarles los motivos por los cuales no los pongo a gastar ese tiempo en detallarles mis opiniones, aunque suene incoherente.
-Me da la pinche gana.
En fin... desde entonces el trato ha ido empeorando. La primera fue natural, la segunda momentánea y la tercera tan desconcertante que da la sensación que todo ya fue. Pero, dados mis anteriores fracasos y habituales costumbres a los que estoy dispuesto a renunciar, todavía no me quiero resignar y estoy esperando el momento oportuno para el contraataque (claro que siempre está la posibilidad que me atrasen, cosa que detesto y que ya me ha ocurrido antes, y que terminó por sacar lo peor de mi).
Sobre el punto anterior, aprovecho para soltar un datazo que ni yo mismo me la creí cuando sucedió. Estabamos los dos tomando un vino inmenso y barato en mi sala (nota positiva: le gusta el alcohol y puedo compartirlo con ella y sentirme sumamente feliz... nota negativa: le gusta el vino dulce y yo prefiero emborracharme con cosas amargas o al menos con ron con coca) y en eso fue al baño porque el vino ese resultó ser diurético. Cuando regresó sucedió lo siguiente:
-Adivina que me acaba de pasar.
-¿Que cosa? -se me ocurrieron muchas cosas sucias, como que había ido no por el efecto diurético sino por el que lo dobla en número y quería mostrarme su más reciente creación de formas jónicas o tal vez corintias, pero mejor no hablemos de eso que la verdad estoy sumamente ingenuo en estas épocas y les juro que lo que escribí recién se me acaba de ocurrir-.
-Un chico acaba de declarárseme via SMS.
-¿En serio? Que monse el pata, jajajaja -si payaso, ríete que una semana después vas a estar haciendo lo mismo pero en vivo y en directo... al menos no diste tanto roche-.
-Ayyyyyy, no se que le pasa... -parecía casi genuinamente sorprendida-.
No me atreví a pedirle que me muestre el SMS, o tal vez si lo hice y me dijo que no. En sí, el día que la conocí me dijo que no soportaba que se le mandaran al toque. En mi caso no fue tan al toque (pasó algo de un mes con algo más, de los cuales tres semanas no la ví ni hablé con ella), pero no dejo de pensar que ese fue el causante. Pero bueno, no sería yo mismo si no desobedeciera alguna indicación obvia de vez en cuando... Creo que jamás la frase "la curiosidad mató a Jocho" ha descrito tan bien una situación que yo haya vivido, y mucho menos una así.
P.D. Y bueno, para despedirme no me queda otra que saludar a la buena de Jesu que nunca deja de postear y cuyo blog inspiró para la creación de este post (por temática, forma de tratamiento y sobre todo el título que es una traducción aproximada de nombre de su blog). Aunque el post más parece escrito por Eloya pero el objetivo se entiende. Los dejo con un videito que me hizo recordar las épocas en las que no había tanto chancho amor al ajo como el chifa que me acabo de comer y no terminar. Otra vez, agradecimientos a la Jesu.