No sé si a ustedes les ha pasado, que en algún momento de sus vidas deciden cambiar de actividad, de empleo, de profesión o sencillamente aumentarle detalles a su vida. ¿Motivos? Miles, desde la simple curiosidad hasta el hastío por las que realizaban hasta ese momento en el que empezaron a explorar distintos horizontes. Muchas veces, sin un objetivo claro.
Yo llegué a ese momento entre el 2010 y comienzos del año pasado. En poco tiempo, muchas cosas que disfrutaba de mis estudios y actividades adicionales desaparecieron repentinamente, Muchas fueron reemplazadas por: novedades que no me terminaban de cuadrar; pérdida de contacto con personas que antaño me estimulaban a seguir adelante (aunque fuera con su sola presencia), pérdida de interés; conflictos en los que no tuve participación ni realmente tomé posición, pero en los que que descubrí la fragilidad de una utopía social bien estructurada y que fue derruida por la oportuna intervención de personas que antes eran amistades mías y que ahora sólo son conocidos.
De la noche a la mañana me ví en un lugar que detestaba, con gente que (en un gran porcentaje) me llegaba al chopín o que sencillamente no soportaba tenerlos cerca por recordarme todo lo que estaba mal en ese momento. Para colmo, no tenía muchos amigos más (por entonces estaba y como que sigo medio peleado con muchos de mi promo, claro que ellos no lo saben y en realidad yo tampoco), y estaba completamente sumergido escuchando gran cantidad de discos que acababa de descargar del desaparecido Megaupload en un 75%.
Ahora, más de año y medio después y a pesar de todo, me siento mucho mejor. Tuve un 2011 que me permitió oxigenarme y alejarme del entorno que había llegado a odiar. Cambié y aumenté mis actividades, conocí muchas personas y me sentí más en armonía con un mundo que siempre me había tenido medio oculto por andar solo con mis vainas casi en todos lados.
Hace unos días un amigo me dijo que había abandonado mis formas independientes y revolucionarias que tanto me habían caracterizado. En ese momento me dolió bastante, pero si me pongo a pensar en realidad no es tanto así. Sigo pensando distinto (ok, no tanto, pero trato de repensar las cosas continuamente), actuando cada vez menos pendiente del entorno, entre otras cosas. Sigo con mis opiniones fijas, pero me he acordado que tengo que tenerlas más pendientes antes de tomar cualquier decisión trascendental. Y tengo que estar más pendiente que nunca de lo que almaceno para no caer en cosas que atenten contra lo que soy.
Claro que hay mucho espacio para mejorar. Y tengo que estar agradecido de lo mucho que se puede aprender en considerablemente poco tiempo. Y es que uno no puede vivir solamente inmerso en su ocupación principal (sea ésta estudios, trabajo o lo que fuera), necesita hacer cosas adicionales, relacionarse con gente distinta a uno y que le permita respirar fresco y pensar en cosas que jamás ocuparían su mente de otra forma, salvo que sea un erudito autodidacta de los grandes. Todos necesitamos asociarnos con personas distintas para explorar distintos intereses, y si no lo hacemos nos volvemos unos engendros reducidos en extensión y con una visión más estrecha que callejón de quinta.

Ahora estoy listo para retomar con fuerza mi ocupación principal: la universidad. No haberla abandonado a pesar que podría haber sido lo más recomendable terminó siendo algo positivo acaso: este año terminaré y si bien será fregado, no me quitará tanto tiempo como en otros tiempos. Claro que tengo cosas adicionales: trabajar, realizar prácticas, etc... que me quitarán mucho del tiempo restante y me dejarán con un espacio muy corto en tiempo para aprovecharlo en varias cosas que quiero hacer este año, para aprender y experimentar más y ser más completo que el ente deficiente que soy por ahora.