Ahora si:
UN CUENTO DE NAVIDÁCK!!!
Andaba el Excelentísimo Mister Señor Don Fulgencio Schwarzenegger encerrado en su oficina, contando sus euros durante la víspera de navidad. En eso tocan su puerta.
-¡¿Quien carajos toca?! ¡Déjenme solo! - exclamó.
Pero no sucedió así, sinó que empezaron a tocar más fuerte. Riquelme Papayal, el que llamaba a la puerta, sabía que era la única manera de llamar su atención, por lo que hasta empezó a meterle patadas al pobre portón hasta que al fin se abrió. Como siempre, lo primero que se vió iluminado fue la codiciosa mirada del mister señor don Fulgencio, quien mirandolo de pies a cabeza preguntó ásperamente:
-¿Qué se le ofrece? Estoy ocupado.
-Bueno señor, es que ya es 24 y tengo que hacer mis compras navideñas, por favor, si fuera tan amable de pagarme el aguinaldo del año pasado que todavía me debe...
-¡No me joda! ¡Ya le di el de este año!
-En realidad señor, lo que usted me ha dado es el sueldo ordinario... e incompleto para colmo...
-¿Y cree que a mi alguien me da aguinaldo para navidad? ¿Acaso no sabe que estamos en crisis? ¡Déjese de hablar estupideces y váyase de una buena vez!
El señor Papayal apesadumbrado agachó la cabeza y se dió media vuelta, haciendo el ademán de agarrar sus cosas e irse, esperando que el míster señor don Fulgencio dejara de verlo con cara de loco y cerrara su puerta y fuera de una buena vez a contar sus monedas. Pasó algo de minuto y medio hasta que al fin don Fulgencio cerró la puerta y se sentó en su silla a hacer la contabilidad del mes.
Papayal, al verse sin vigilancia, murmuró "de seguro no me quiere dar el aguinaldo porque ya se dió cuenta de lo de la vez pasada, bueno ya no tengo nada más que hacer acá..." mientras enviaba un SMS a un amigo que esperaba en la esquina, quien al recibir la señal arrancó su camioneta y la cuadró a dos casas. Entró a la tienda donde estaba Papayal esperando impaciente. Intercambiaron el saludo secreto y un par de palabras antes de cruzar la habitación, levantar un vinílico desprendido del suelo y encontrar una caja fuerte bastante pesada para sus pequeñas dimensiones. Entre ambos la cargaron y llevaron a la camioneta de afuera. Papayal regresó para llevarse también un paquete que indudablemente contenía parte de la mercancía del local.
Don Fulgencio se quedó media hora maś en su oficina, dándose cuenta al fin que durante todo el mes de diciembre le habían estado robando dinero y mercadería. Indudablemente había sido Papayal -quien ya se encontraba fuera de la ciudad para ese momento-, pero "al menos no le di el aguinaldo y con eso recupero lo robado, tendré que poner un aviso clasificado buscando reemplazo después de año nuevo..." cuando se dió cuenta de la hora.
-¡Papayal! ¡Deja de hacer lo que estés haciendo y ven acá carajo!
Como es evidente, nadie respondió. Don Fulgencio salió afuera y se encontró que el mostrador con los objetos maś caros a la venta habían sido robados. Se puso de hielo y tardó en reaccionar, y se acordó de lo más importante. "¡La caja fuerte!". Se agachó a levantar el vinílico, pero ya no había vinílico, ni caja... la caja donde estaba el dinero que tanto esfuerzo le había costado juntar para al fin hacer la ampliación durante el verano... y para colmo la campaña navideña había estado demasiado floja por la crisis... Don Fulgencio se sintió desfallecer y se desmayó, cayendo pesadamente sobre el frío piso.
Don Fulgencio despertó mucho después, con migraña y desencanto "mejor me saco una aspirina del botiquín... pero ¿qué ha pasado con mi tienda?" El lugar estaba totalmente cambiado, se veía vacío y relativamente nuevo. En vez de la luz fluorescente en el techo había un candelabro lleno de pequeños y paĺidos focos incandescentes. Seguía siendo una tienda, pero estaba bastante vacía y solitaria. No había ni siquiera estufa, y los pocos artículos que parecían estar a la venta estaban empolvados, como si nadie entrara a la tienda siquiera a merodear, aunque el calendario marcaba la misma fecha: 24 de diciembre a las 6 p.m. de 1933... 1933?!?!?!?!?! ¡¿Cómo que estoy en 1933?!
No se le había pasado el sobresalto cuando escuchó un "jo, jo, jooo!!" en la calle. Se dirigió a la ventana para ver cuando sintió que le tocaron el hombro. Volteó y vió a Santa Claus... Pero no era cualquier Santa Claus, era uno que se veia fantasmal y algo anticuado, extremadamente bonachón aunque no tan alegre; combinaba exactamente con el tiempo y el lugar.
-¿Santa Claus?
-Nooooo hijo, no soy Santa Claus. Soy el Fantasma de las Campañas Navideñas Pasadas. Y como no hay nada más representativo para las Campañas Navideñas que Santa Claus, tomo su forma.
-¿Pero por qué me visitas, Fantasma de las Campañas Navideñas Pasadas?
-He visto el infortunio que has pasado en tu tiempo, en la campaña navideña del 2008 y con mis dos hermanos hemos decidido mostrarte que su situación, a pesar de ser mala, no es el fin del mundo. Asómate a la ventana.
Sin haber salido de su asombro, Don Fulgencio obedeció. Lo que vió fue deprimente: mucha nieve en las calles, y muchas personas pobres caminando por la nieve, algunos estabas descalzos y otros sin chaqueta. En todos ellos se veía una tristeza poco habitual para las fechas.
Alzó la mirada y vió que los edificios circundantes se veían pobres y sin decoración, a diferencia de su época. Miró más alto y vió que en la azotea del edificio cruzando la calle había un sujeto a punto de suicidarse. Don Fulgencio salió aterrado para intentar disuadirlo, pero fue muy tare. El hombre saltó y cayó sobre la poca nieve en el pavimento, muriendo instantáneamente. Santa Claus de las Campañas Navideñas Pasadas le tocó el hombro y le dijo:
"Este hombre es tu abuelo. Tuvo la mala suerte de hacer la inversión de su vida en esta campaña navideña, pero lamentablemente se desató una crisis de niveles espantosos hace unos pocos días. No vendió nada. Para colmo vinieron unos ladrones y saquearon lo que pudieron. Se mató de la desesperación, ya que pasado Navidad le iban a embargar la casa al no poder pagarle al prestamista que le concedió facilidades económicas y al que prometió que iba a pagar."
Recordó entonces Fulgencio la historia de su abuelo, que se había suicidado por la desesperación, dejando a su abuela y a su padre abandonados a su suerte. Nunca supo lo que siguió a esa historia porque inmediatamente todo el panorama cambió y se vió en medio de la misma calle, pero en su época. Fue a preguntarle a Santa Claus pero vió que este había mutado de manera horrible. En vez de su apariencia old-school y bonachona, tenía una mirada tenebrosa, una apariencia más propia de un pervertido vicioso a un símbolo infantil, y fumaba un troncho tras otro de manera compulsiva. Este nuevo Santa Claus lo miró y le dijo:
-Soy el Fantasma de las Campañas Navideñas Presentes. Mi deber es mostrarte lo que se ha convertido la Navidad.
Acto seguido, lo levantó del cuello y lo arrastró por toda la ciudad. Por todos lados se veía gente comprando gran cantidad de regalos, comida y demás. "Mira por allá a las dos señoras peleándose a golpes por el último pavo del supermercado. Allá también, los niños que están haciendo apuestas a quién recibe el mejor regalo. Por allá también, la propaganda del panetón que te trae el 'espíritu navideño', la gente que se pelea por conseguir lo mejor, mira por allí al señor que reventó su tarjeta de crédito y le falta comprar el regalo que su hija le pide desde hace medio año..."
"Todos estas personas están acá gracias a personas como tú, que le tienen esperanza a este día y que hacen lo posible por ganar dinero. Ya sea a baja escala, en una tienda pequeña donde venden adornos relacionados con la época, como lo hacen la Coca Cola y otras empresas grandes. Casi todos ganamos, muchacho. Por ahí alguien pierde, pero es lo de menos, siempre hay muertos y heridos en batalla. Los que la hacen bien, disfrutarán la época. Los que no, tienen casi todos oportunidad de recuperarse al próximo año. El punto es, que no te tienes que lamentar por una pérdida, deja de chillar y a la próxima sé más cuidadoso con las personas a quienes contrates. Como regalo para ti haré que los capturen, y recibirás el dinero de la caja fuerte antes de las 9 p.m., lo que te dará tiempo de volar a hacer compras elementales para pasar bien la noche."
De nuevo vió Don Fulgencio que todo cambiaba, y se fijó en que ya no era el 2008, sino un año muy al futuro. Habían cosas tan impresionantes que ni se pueden describir aún. Y en vez del Santa Claus tronchero, había uno metálico y con rostro cruel.
-Yo soy el Fantasma de las Campañas Navideñas Futuras. Me construyeron para repartir regalos a todo el mundo, pero programaron mis criterios de calificación con un umbral demasiado alto. Ahora, cada navidad asesino a las personas que no fueron buenas, o sea, tantas a las que puedo ejecutar como el poco tiempo disponible me lo permita.
-¿Y tu qué me vas a enseñar?
-Nada, te voy a matar.
Sacó un machete y lo degolló...
...
Adolorido por la caída y con un entumecimiento en el cuello, Don Fulgencio despertó. Eran casi las ocho, y vió que a la puerta habían unos policías que, tras decirle unas cuantas palabras, le devolvieron la caja fuerte que recuperaron tras atrapar a Papayal y su cómplice, quienes pasarían Nochebuena en el bote. Alegre por la recuperación de su tesoro, hizo unos cálculos en su oficina y se dió cuenta que tenía para pagar los artículos que no pudo recuperar, las deudas que le habían quedado y le quedaba suficiente para darse una Nochebuena a su gusto, ya que no tenía familia. Con ese dinero se compró una buena cena, y con el resto contrató un par de prostitutas para hacer las aberraciones que tanto le gustaba, y que no practicaba desde hace cinco años, la última vez que tuvo dinero suficiente (precisamente también en Nochebuena).
Al día siguiente despertó y vió a los tres Santa Claus en su habitación.
-¿Qué es lo que me han querido enseñar ayer en la noche?
-Nada, en realidad -respondió el Fantasma de las Campañas Navideñas Futuras-. Teníamos que mantenerte soñando mientras estuvieras inconsciente. Y esto va perfecto con la fecha. Normalmente cuando te desmayas, sueñas cochinadas, así que ésto es un buen cambio. Yo fui el encargado de despertarte de manera sutil.
-Yo fui el encargado de calmarte y hacerte olvidar del desastre -dijo el Fantasma de las Campañas Navideñas Pasadas.
-Y yo fui el relleno -dijo el fantasma restante.
-Bueno muchachos, gracias. Buenos dias, me tengo que ir.
Dejó el dinero del "servicio" en la mesa para que las dos prostitutas se cobraran los "extras", se dió un baño y se fue a su casa.
FIN
P.D: Este post es auspiciado por Panetón John, lo mejor de las Navidades Pasadas, Presentes y Futuras.
jajaja
ResponderBorrarno sabia eso del santa de futurama, habria que invitarlo a visitar palacio de gobierno, el congreso y el poder judicial.
verdad, se extraña al panetón John, creo era bromatón??? o ese era otro?
habrá que ponerle más clima navideño... pero arranco el domongo
no entendí la moraleja... supongo que ver más futurama y hacerles pagar a los tacaños :)
ResponderBorrarla navidad está en el aire.
Yo feliz mientras celebren Navidad y cada uno tiene su propio estilo.
ResponderBorrarMe encanta ese Papa Noel de Futurama.
Pasu mare, tu si que tienes tiempo libre.
ResponderBorrarJaja entretenido el cuento.
jajajaja que atorrante
ResponderBorrarun cuento entretenido
Jajaja, menudo Papa Noel.....
ResponderBorrarMuy bueno si señor.
Yo la verdad que ni creo en Papa Noel, ni en los reyes, y menos en la navidad.....
Un saludo. buen post...
jajajajaa notable!
ResponderBorrarme encanto
saludos navideños
jAJAJAJ
ResponderBorrarese viejito pascuero la lleva :B
jocho manso nikecuento
aparte tu letra chikitita me costaba leer :B
besuuu
jAJAJAJ
ResponderBorrarese viejito pascuero la lleva :B
jocho manso nikecuento
aparte tu letra chikitita me costaba leer :B
besuuu
Estás igual de retorcido que yo, vale.
ResponderBorrarFNYPAN