11 jul 2013

Sobre Tesla y los vendehumo de esta vida

Acabo de encontrarme esta infografía sobre Nikola Tesla. Si obviamos el repulsivo tonito reivindicativo "geek" (?) que le pone The Oatmeal, pues me queda un mensaje muy claro.

La Historia ha encumbrado a Thomas Alva Edison como un prolífico inventor, cuando lo único que hizo fue aprovecharse del trabajo de otros de forma impune y salvaje, al mejor estilo de los capitalistas salvajes de la época (Rockefeller, los Vanderbilt, etc). Ahora, veo por muchos lugares a muchas personas que reivindican esa forma de pensar con motes tales como "educación financiera", "capacidad de monetizar el talento" (casi siempre, el ajeno). Veo grandes empresas que no sabemos en qué momento renunciaron a sus ideales de "no ser malvados" para priorizar la ganancia a una verdadera contribución a la sociedad. Veo personas vendiendo formas de vida huecas de forma piramidal, enfocadas a metálicos resultados, a pesar de saber que sin un respaldo de fondo que permita continuar el negocio, prácticamente están estafando a todo aquel que venga después de ellos porque la matemática indica que jamás podrán alcanzar los mismos beneficios. Veo gente que se inserta a un ambiente laboral que aniquila cualquier otro destello de voluntad. Todo por el sucio metal (y las bonitas cosas que te podría comprar).

Una vez asistí a una conferencia donde tuve la oportunidad de escuchar sobre el "craftmanship", la habilidad y el empeño del artesano o del artista a secas, puesta a prueba en cada pequeña obra de arte elaborada. El puro amor a lo que uno hace, en vez de a los resultados y probables beneficios que uno podría obtener. El amor al chicharrón es peligroso, te lleva por donde no quieres y terminas haciendo cosas que no debes. Ya sea por la avidez de una miserable recompensa, o más triste aún, por miedo a un castigo al que te ves expuesto(a) sin saber bien el cómo terminaste ahí. Como cuando te quieren meter la rata con un contrato, una tarjeta de crédito o meterte a la mala a donde probablemente no quieres ir.

Por mi parte, trataré de permanecer al margen y seguir en lo mío. No soy Tesla ni me le parezco, pero creo tener en claro lo que quiero ser. Quiero encontrar lo que me gusta (o redescubrirlo, en caso se me haya escapado), llevarlo al límite, vivir tranquilo y no tener que preocuparme ni de lo que me falte ni de lo que me podría sobrar. Ese bichito llamado "pasión", que hace que a uno no le interese más que lo suyo, esa pasión que sólo algunos privilegiados poseen, es lo que más ansío.

PD: Este post fue copiado íntegramente de mi Facebook.

17 abr 2013

Precalentamiento 2

No miro (ni leo) Game of Thrones o The Walking Dead.
No he escuchado a The Black Keys ni me llaman la atención.
No estoy a favor de los derechos de los animales, es más, podría decirse que ando un poco del otro lado.
No considero que una economía saludable lo más vital. Si vivimos sin ella durante tantos años, ¿por qué no podríamos hacerlo de nuevo?
Soy la mente más cerrada que haya llegado a disfrutar de ciertos placeres.
Lamentablemente, tiendo a respetar a mis superiores.
Odio el 90% de frases motivadoras y los libros de autoayuda. Sin embargo, me llega cuando tratan de ubicar al maestro Arjona junto a la basura.
No voy al cine casi, de las últimas tres sólo una fue por voluntad propia (una fue una cita y la otra ir de acompañante con gastos pagados).
Me irritan los movimientos "concientizantes", el vegetarianismo y casi todas las formas de pensamiento "coherente" con la naturaleza y la dignidad (?). Sin embargo, cuido mi alimentación más que la mayoría.
Leo menos de lo que debería. Y a pesar de haber cuadruplicado mi volumen de lecturas válidas, sigue siendo demasiado poco.
Casi nadie está loco(a), solamente tienen algunas taras llamativas y que, curiosamente, muchos hallan simpáticas. Los verdaderos locos, son aquellos a los que nadie quiere tener cerca y a los que buscamos encerrar, ridiculizar y discriminar. Nadie cuerdo aguantaría tal trato, he ahí el chiste de su locura.

14 abr 2013

Precalentamiento 1

Un día el pueblo arequipeño se despertó con ganas de hacer una torre que se elevara sobre la ciudad y que llegara a la altura necesaria para conversar de tú a tú con el Misti. Una demostración de organización, cooperación, que se correspondiera con la grandeza del puueblo que la construyera.

Pero el Dios de la inversión vio con malos ojos esa torre, la cual desafiaba su autoridad y poderío. Como intervenir directamente con un bombazo no era una opción, decidió aplastarlos bajo una serie de plagas. Les cortó el financiamiento. Entabló juicios arreglados y compró a todo aquel que pudiera interferir. Dividió a las cabezas del proyecto con dudosas opiniones sobre la arquitectura. Infiltró demonios disfrazados de voluntarios que se encargaron de robar material para construir casuchas inmundas en invasiones avaladas por las repugnantes autoridades a las que también compró.

El proyecto se desaceleró, se suspendió varias veces y terminó por estancarse. El elefante blanco quedó allí. Por ser proyecto comunal no podía venderse, tampoco destruirse, y mucho menos concluirse. Cuarenta pisos que se convirtieron en un recordatorio: jamás desafíes a tu Dios, sucio mortal.